Desde su adhesión, España ha redefinido constantemente su
papel dentro de la UE pasando de la periferia menos desarrollada a convertirse
en uno de los principales protagonistas, con una fuerte y consolidada
representación dentro de las Instituciones europeas, caracterizada por la
constante aportación de ideas e iniciativas para contribuir a su desarrollo.
Cabe destacar las aportaciones hechas por España a través de las cuatro
presidencias del Consejo de la Unión Europea, entre las que se encuentra la
puesta en marcha de las nuevas políticas e instituciones derivadas del Tratado
de Lisboa, que entró en vigor el 1 de diciembre de 2009, durante la última
Presidencia Española, que tuvo lugar el primer semestre de 2010.
La
representación española en la UE ha mantenido siempre un espíritu profundamente
europeísta que ha trabajado por consolidar las instituciones europeas y en los
últimos años ha empeñado todos sus esfuerzos en el relanzamiento del proceso de
integración, simbolizado hoy por la entrada en vigor del Tratado de Lisboa que
fue puesto en marcha bajo la última Presidencia Española del Consejo.
España ha
tenido un papel imprescindible en la toma de decisiones en ámbitos
fundamentales como la Política Agrícola Común o la Política de Pesca Común, que
han sido instrumentos esenciales para defender sectores clave de la economía
española y que, al mismo tiempo, han contribuido a promover un desarrollo
sostenible y armónico en el conjunto de los Estados.
El sistema
legislativo español ha servido como modelo para numerosas iniciativas europeas.
España se ha situado en la vanguardia con una serie de leyes en diversos temas
como pueden ser los transplantes de órganos o la violencia de género, con tal
eficacia que la UE ha decidido inspirar las directivas relacionadas con estas
materias en el modelo español.
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